"¿Dónde va Vicente...?" dice mi padre habitualmente. Y después de unos segundos exclama: "¡Ah! pues dónde va la gente".
Yo puedo entender que la gente tengamos tendencia a ir acumulándonos en las ciudades, sobretodo por temas laborales. En mi caso es en la ciudad de Barcelona por temas de trabajo. Yo me he criado en la zona interior de Cataluña y tuve que venir a Barcelona para poder progresar en mi trabajo profesionalmente y tener más opciones. Puedo entender que en Barcelona también hay una mayor oferta de servicios, un transporte público, etc. Pero cómo ya he comentado en otros posts, si no tienes transporte privado, te ves obligado cuando vas a trabajar a ir apretado en el vagón del tren, del metro, a ir con mucho ojo por los pasillos de la estación para evitar que nadie te pise, o te dé un empujón por las escaleras o te quiten lo poco que llevas en la cartera o en la bolsa, a confiar en que el tren vendrá en su horario... Pero es para llegar al trabajo. Ahora bien lo que no puedo entender es que las masas también nos unamos en nuestro tiempo de ocio señores....
Les estoy hablando de la tendencia que tenemos también de juntarnos para los temas de ocio. A lo mejor a mucha gente le gusta siempre no sentirse sola y estar en compañía de muchedumbre, pero yo sinceramente no comparto esta opinión. Necesito momentos para mí sólo, para estar con mi pareja, para disfrutar con los amigos de una charla sin tener que estar pendiente del lloriqueo del niño de la mesa de al lado o de que un ladrón no te vaya a robar el bolso que has dejado de mirar un momento y que está colgado alrededor de la silla...
Yo creo que la gracia está a veces en encontrar "oasis" dentro la ciudad, los cuales puedo confirmar y asegurar que existen, pero que cuestan de encontrar y que lógicamente no voy a confesar.
Pues donde va la gente, si señor. ¡Todos al centro comercial! y en verano ¡a la playa!
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